Benedetti decía en un fragmento de su poema "Desde los afectos": "que no está prohibido amar, que también se puede odiar, que el odio y el amor son afectos, que la agresión porque si, hiere mucho, que las heridas se cierran, que las puertas no deben cerrarse, que la mayor puerta es el afecto..."
Lo leo y me acuerdo de Freud y la ambivalencia en los afectos más primarios, cómo uno ama y odia a ese Otro tan primordial. Cómo, para poder crecer uno tiene que empezar a "pelearse" un poco con esos Otros primordiales. El uno mismo forjado a partir de lo similar y la diferencia con ese Otro.
Qué difícil se hace el proceso cuando ese Otro que debería amarte solamente, se coloca en el lugar del rival y también te ama y te odia. No debería ser así. No puede dejar de ser hija, no puede llegar a ser madre.
Qué bofetada al alma cuando caés en la cuenta... cuando todas las fichas se van alineando y podés poner en palabras aquello que sólo te animabas a bosquejar en la mente.
El círculo se cerró cuando fui madre, las respuestas llegaron al momento de ser madre.
Entre la tristeza y la decepción bucea mi alma esta noche.